El proceso de elaboración de la Talavera es casi el mismo
desde la época colonial. Los barros empleados son de dos tipos: uno negro y
otro blanco, que se combinan en partes iguales.
Su preparación consiste en limpiarlo, haciéndolo pasar por
un tamiz, mezclarlo y depositarlo en tinas de sedimentación hasta eliminar el
agua. Este proceso de “maduración” mejora la calidad y plasticidad del barro.
A continuación, el barro “se pisa”, es decir, se amasa
caminando sobre el para obtener una consistencia y humedad uniformes. Después,
se forman bloques y de esta forma, es almacenado.
La producción puede ser de dos maneras: en el torno, o
utilizando moldes sobre los que se colocan placas de barro. Una vez realizadas
las piezas, éstas se guardan en espacios sin ventilación por largo tiempo, para
conseguir un secado lento.
A continuación, se realiza la primera horneada que dura
aproximadamente 10 horas.
Posteriormente, se aplica por inmersión un esmalte hecho de
estaño y plomo, que será la base para la decoración.
Luego, se seleccionan los diseños y los colores. Éstos se
preparan con pigmentos minerales y respetando los colores característicos de la
talavera poblana.
Finalmente se realiza una segunda horneada en la que los colores adquieren su brillo y relieve característicos.
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